Vuelvo al blog, como una idea de renovación personal necesaria y aquí algunas reflexiones tras 7 meses de maternidad. 7 meses de una intensidad hasta ahora desconocida, de readaptarlo todo para intentar recuperar la parte buena de lo que eras habiendo añadido otras nuevas características. Porque me daba la impresión de empezar desde cero en todo. Pasan los meses y por suerte no todo es así.
A veces es muy duro, porque yo ni de lejos soy la madre que me había imaginado. Siempre pensé que sería mucho más independiente de mi bebe, dejándolo en otras manos sin problemas. Pues no, resulta que las hormonas no me dicen decían otra cosa: no te alejes de tu bebé. No es solo querer, es necesitarlo.
En estas me encuentro con una amiga que dio a luz el mismo día exactamente que yo. La veía tan segura, dejar a su bebé, desconectar, ver gente… y yo pensando: esto es lo que me había imaginado, ¿por qué no quiero hacerlo?. Meses después me contó que ella pensaba lo mismo de mí, pero al contrario. Se sentía #malamadre. Este desahogo tonto entre las dos fue de lo más útil y significativo para entender que la maternidad va de «lo que te pida el cuerpo» y de que los que nos rodean (al recién llegado y a la madre) tienen el cometido de descubrir que es lo que necesitamos, respetarlo y ayudar según el caso.
El tipo de bebé también determina mucho esto, no solo las hormonas. Hay bebés que necesitan más de unas cosas y otros de otras. Esto también hay que saber verlo y respetarlo. No vale eso de «haz esto que te vendrá bien», «déjamelo a mí y tú vete» o «este niño lo que necesita es xxxxxx». Pero este tema da para otro artículo separado al igual que el tema padre, ellos son también unos olvidados. De momento solo hablaré de mi yo-maternal para centrar un poco el tiro.
He tenido suerte con todo esto, a veces es difícil entenderlo y a los de mi alrededor también les ha resultado complicado. Pero en mi caso puedo decir que, a pesar de los momentos de tensión normales, todos me han intentando entender, respetar y cuidar al máximo.
Mi situación se resume en necesitar estar con mi bebé, tener tiempo de observarlo para aprender a cuidarlo, amamantarlo, dormirlo y calmarlo. Hay mujeres que lo que necesitan es compartir o delegar más estas tareas, necesitan ser respetadas si deciden no amamantar o si deciden volver al trabajo pronto. Y también hay que ayudar a eso. Las respeto profundamente a todas ellas.
Últimamente he leído mucho sobre mi caso en concreto, que parece ser que es lo más «natural». Esta palabra, «naturalización», y más en concreto la naturalización de la mujer es algo que se está produciendo en nuestra sociedad hoy en día. Hay «expertos» que creen que eso es bueno porque seguir los ritmos naturales hace que todo fluya con más facilidad (amamantar, dormir con los hijos…). Y hay otros que definen esto como una manera de devolver a la mujer a casa, de engañarnos para que dejemos de lado cierras aspiraciones o los logros conseguidos en los últimos tiempos. Todo sin tener en cuenta que cada una de nosotros somos ya mayorcitas y bien conscientes; y lo que queremos es elegir en libertad y con apoyo.
Me irrita profundamente porque yo no he perdido mis aspiraciones profesionales, sigo siendo una mujer que necesita y quiere independencia mental, física y económica. Ni siquiera la crisis de estos últimos años en mi sector ha podido conmigo. Pero también quiero poder dedicarle a mi hijo el tiempo que necesita. También quiero naturalizarme. Creo que esto que me ha ocurrido de la naturalización es tremendamente positivo: ahora tengo empatía, más paciencia y me conozco más a mí misma. La respuesta en mi caso, no es desnaturalizarse, sino tener el apoyo suficiente para poder naturalizarme SIN RENUNCIAR.
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